Así como los adultos, los niños pueden padecer cáncer en cualquier órgano, pero en el caso de los niños puede suceder  repentinamente y sin dar síntomas precoces. En el caso de los niños la detección temprana es, como en todos los casos de cáncer, es fundamental y se vuelve más complicado porque los síntomas se pueden confundir con padecimientos simples como: palidez, masas abultadas en la piel ( se pueden confundir con piquetes), inflamación abdominal, dolor de cabeza, dolor de huesos o músculos sin tener un golpe previo, pérdida de peso o apetito.  Se pueden presentar todos o algunos, por eso  la  detección no es fácil, y los mejores observadores de los síntomas de los pequeños suelen ser los padres.

 La gran ventaja es que tienen un índice de curación muy elevado.

Muchos tipos de cáncer en adultos se podrían prevenir evitando la exposición a factores de riesgo sin embargo, en los niños aún no se conocen las causas.

El cáncer más común en los niños es leucemia. Otros cánceres que afectan a los niños son: Tumores cerebrales, linfoma y sarcoma del tejido blando. Los síntomas y el tratamiento dependen del tipo de cáncer y de lo avanzada que esté la enfermedad.

Según datos de la American Cancer Society:

  • En México sólo existen 135 oncólogos pediatras para los cerca de 7,500 casos de cáncer infantil que se registran anualmente.
  • Cada 4 horas muere un niño por cáncer.
  • El cáncer es la segunda causa de muerte infantil.
  • El 70% de los casos son curables si son detectados a tiempo y si se brinda el tratamiento adecuado.

 

En cualquier situación un diagnóstico de cáncer es muy impactante, pero cuando este diagnóstico es para un niño resulta especialmente consternador, para los padres es muy difícil aceptar la nueva realidad, pero lo mejor es afrontarla lo más rápido posible y comenzar con el tratamiento, la negación no ayuda en nada en estos casos.

Con el diagnóstico llegan muchos miedos, dudas e inquietudes que los papás no pueden enfrentar por lo que es muy aconsejable que busquen ayuda profesional también para ellos.

A lo primero que se van a enfrentar los padres es a hablar con su hijo, el niño deberá sentir, confianza, ternura y valentía. Siempre deberá darle información verdadera y clara al nivel de entendimiento del niño.  Muchas veces el niño se entera en el mismo momento en que el doctor se los informa a los padres, pero si los papás deciden ser ellos los que informen al niño, es bueno que el doctor los oriente de cual es la mejor forma de decírselo. El niño debe saberlo lo antes posible para que vaya entendiendo que se van a presentar cambios en su vida, eso no quiere decir que se le va a dar toda la información completa y junta, es recomendable que se vayan explicando poco a poco, según se van sucediendo. La información que se comparta con el niño depende de la edad y de lo que el niño puede entender. Los niños de todas las edades necesitan información clara y sencilla. Explicarle al niño lo que puede sentir con los tratamientos y ayudarlo explicándole que esos tratamientos han curado a otros niños.

Es casi seguro que el niño tendrá muchas preguntas, lo mejor es contestarlas de manera muy sencilla y clara, con optimismo pero sin engañarlo. El tratamiento causa muchos cambios en la vida de un niño. Los papás pueden ayudar al niño haciendo que viva la vida lo más normal que se pueda. Hablar con el equipo de atención médica para saber qué cambios podría experimentar el paciente para que los padres se puedan preparar con anticipación. Si el tratamiento va a provocar que se le caiga el pelo, es bueno prevenir al niño y buscar alternativas con tiempo: un gorro divertido, alguna peluca o mascada que lo cubra.

Los padres también deben estar preparados para todas las reacciones de sus hijos. Cada niño es diferente, algunos se preocupan, otros se enojan o están quietos, tienen miedo o se portan desafiantes. Algunos expresan sus sentimientos con palabras, otros con acciones. Algunos niños vuelven a comportarse como lo hacían cuando tenían menos edad. Estas son reacciones normales a los cambios en la vida a la que están acostumbrados. Su horario, la forma como se sienten, sus amistades; todo esto puede estar cambiando. Espere que algunos días sean difíciles y otros más fáciles. Lo más importante es que los papás  lo apoyen y le hagan sentir que van a estar a su lado siempre, procurando, en lo posible, que la vida transcurra normalmente. Seguir con su educación y disciplina así como sus actividades.

Los niños son muy sensibles al estado de ánimo de los padres por lo que es  importante que el niño los perciba  con calma y esperanza. Sobre todo es muy importante que el niño sienta confianza de sus padres hacia él para que sea recíproco de él hacia sus padres.

Así como el niño con cáncer recibirá un tratamiento multidisciplinario incluyendo apoyo psicológico, también los padres, en muchas ocasiones, requieren de grupos de apoyo o de terapia para poder enfrentar lo que están viviendo.

 La carga emocional, aunado al desgaste físico lleva a las familias a grandes crisis, por eso les recomendamos aligerar la carga y dejarse ayudar, por ejemplo Homewatch Caregivers cuenta con enfermeras pediátricas que pueden resolver el cuidado médico del niño para que los papás sólo se preocupen de darle amor y ternura.

 

 

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